viernes, 24 de febrero de 2012

cuba o el fallecimiento del estado capitalista

 

Multitud, s. Muchedumbre. Fuente de sabiduría y virtud políticas. En una república, objeto de adoración del estadista. “En una multitud de consejeros está la sabiduría”, dice el proverbio. Si muchos hombres de igual sabiduría individual resultan más sabios que cualquiera de ellos, debe ser que adquieren ese exceso de sabiduría por el simple hecho de  reunirse. ¿De dónde viene? Evidentemente, de ninguna parte. Lo mismo valdría decir que una cadena de montañas es más alta que las montañas individuales que la componen. Una multitud es tan sabia como el más sabio de sus miembros, siempre que éste sea obedecido; de lo contrario es tan necia como el más necio entre ellos.

 

                                  Ambrose Bierce, Diccionario del diablo.

 

 

 

 

       Fidel y Cuba o el fallecimiento del Estado Capitalista

 

 

En Islas del Golfo, hay una malhadada frase de Hemingway, en la que supone que bastaría la llegada a Cuba de la democracia yanqui para que su chófer no necesitara la bolsa de arroz que se lleva de su bodega.

La democracia cubana, en cambio, demostró la capacidad de convertirse en ingeniero del hijo de ese chófer, mientras se aseguraba que desde estudiante, tuviera a mano el arma para defenderla.

En ese sentido, que la OEA pretenda seguir justificando los 50 años de expulsión argumentando el respeto a los derechos humanos, se transforma en una verdadera farsa si se lo compara con las acciones tomadas por el mismo organismo ante Videla y Pinochet, por no abundar en nombres. Y todo eso mientras se pasa por alto vergonzosamente lo de Guantánamo, lugar adonde sí se cometen crímenes de lesa humanidad.

Cuando se comparaba a Cuba con el mayo francés y el cordobés, resultaba ser el lugar donde los estudiantes habían ganado.

Entre el ´68 y el ´89 Cuba fue su propio epítome. Desde entonces hasta ahora ha retrocedido y seguirá haciéndolo, mientras los guantes de seda del imperialismo se transformen paulatinamente en guantes de lata.

Fidel se puede morir tranquilo, porque ya tiene un monumento funerario. Es la pirámide que van a construir con todas las banderas de lucha de la gente que el imperialismo cree que se van a caer con su muerte en Cuba.

Y con los derechos humanos de todos los bebés que van a morir si alguna vez el índice de mortalidad infantil de Cuba se equipara al resto de América Latina, donde pertenece, según la OEA.

Donde pertenece salvo los guevos.

Como el antiguo héroe precapitalista, San Jorge, o su encarnación cubana según el viejo y el mar, Fidel salió a enfrentar al dragón imperialista, hasta vencerlo. Pero como el viejito con su pescado solo en alta mar, no pudo abolir el universo ni sus leyes.

Y ahora cuando llega a puerto solamente nos trae un esqueleto que los turistas creen de tiburón (ésa era la mamá de Spielberg) y otros de socialismo, nada más que huesos pelados que a nadie le sirven.

 

Los valores esgrimidos por los sans culottes de la RF, libertad, igualdad, fraternidad, llegó un momento del capitalismo que nadie se los creía. Ya la poesía de Rimbaud nos ilustra al respecto, (y como de costumbre en él, lo hace de manera temprana), que el fusil del republicano sobre la chimenea defiende con más seguridad que una imagen de Cristo la preservación de la democracia.

Las sucesivas revoluciones en nombre del socialismo que se sucedieron durante el siglo XX, proponían alcanzarlo a través de una revolución hacia una etapa superior del sistema, interpretando a Marx.

Amparados en una fugaz relación de fuerzas favorable entre el proletariado inquieto social y políticamente y una inmensa población campesina impasible, desde Lenín hasta Fidel han conseguido liderar esa fugaz franja proletaria que a su vez inquietó al campesinado, y desde la fase feudal intentar el salto a la socialista.

Asfixiados por el capitalismo circundante, y su propia incapacidad para extender la revolución, dados los mínimos elementos capitalistas con que contaban, han terminado por olvidarse del socialismo y realizar al menos la revolución capitalista.

Es así que Cuba se incorporará a las demás naciones ostentando un nivel de desarrollo capitalista sin duda envidiable, si se tiene en cuenta su pasado anterior a la revolución, y el atraso tecnológico de ésta.

Como los demás países de “capitalismo rebelde” que otra cosa no llegó a producir el stalinismo y sus metástasis, incluyendo a la misma Rusia y sobre todo China.

Este novedoso tipo de estado, este raro ejemplar simbiótico quizás nos muestre en su evolución un par de caminos a través de los cuales alcanzaremos por fin al estado postcapitalista, en un pie de igualdad con naciones más desarrolladas.

Por supuesto, dependerá de los vaivenes con que finalmente se adorne la sucesión de Fidel. Más problemática que la de Arafat, más tardía que la del Papa, las tres sucesiones marcarán el ritmo de los nuevos tiempos, aquéllos que empezaron ya con la asunción de Obama.

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