sábado, 25 de febrero de 2012

Revolución rusa


                    Breve historia de la revolución rusa

 

La guerra del ´14 desbarató sobre el inmenso mapa ruso el castillo de naipes que significaba el zarismo, desparramando por las estepas la verdad de esa singular mezcla de miopía, ignorancia, inutilidad, superstición y hasta agotamiento de esa sangre azul que encarnaba Nicolás. Especialmente en época de guerra.

Huérfano de repente, el pueblo ruso ni siquiera llegó a enterarse, en medio de la derrota aplastante en todos los frentes y el hambre que se abalanzaba sobre las aldeas, de lo que se cocinaba en la capital.

Mayoritariamente campesino, el pueblo ruso había visto crecer en las ciudades una incipiente industrialización. En realidad gigantesca, pero instalada en Rusia, aún pequeña.

La aristocracia campesina, los señores aún feudales, preferían caer con el zarismo.

Así que la burguesía pequeña de Rusia, (ni siquiera poseedora de los medios de producción, porque era la simple administradora de capitales sobre todo ingleses, con la inmigración de técnicos alemanes, tal cual el modelo fundado por Pedro el Grande) se encontró de repente con el fierro caliente entre las manos.

Hicieron lo que pudieron, mayormente, pedir créditos a los ingleses, los yanquis, en fin, todo el mundo estaba en guerra mirá si era como para conseguir plata.

Los obreros también habían sido reclutados y allá en las trincheras, pudieron expresar el descontento que los soldados,  (mayoritariamente campesinos analfabetos, viviendo en condiciones feudales y por lo tanto acostumbrados a morir sin queja) no se hubieran atrevido a proferir.

De la vieja rama común del partido socialista ruso, se enfrentaban dos corrientes, la mayoría, los bolcheviques, y la minoría, los mencheviques.

Organizando desde las ciudades el traslado de los periódicos, que significaban noticias y consignas, la izquierda rusa estuvo en condiciones de disputar el aparato del poder cuando consiguió formar e influenciar un grupo de personas informadas en medio de la total debacle del sistema.

Actuando como un órgano de doble poder, sin producir bajas, (salvo estúpidas excepciones) y contra la opinión de todas las demás corrientes políticas, especialmente las de la izquierda tradicional, Lenín y su estado mayor bolchevique tomaron el poder en Rusia en nombre del movimiento obrero y campesino.

 

El ala un siesnoes menchevique liderada por Trotsky se unió a los bolcheviques.

Lo que se festejó esa noche en el Smolny no era tal. Para que el movimiento obrero ruso siguiera significando ese aporte de modernidad y progreso que había sido hasta ahora, en su reciente historia, necesitaba del impulso de capitales foráneos. Haber conseguido derrocar al rey transformaba a Lenín en el mejor de los ajedrecistas de todos los tiempos, pero no le concedía el poder del estado.

Porque el poder del estado zarista estaba en brindar las condiciones para que ese incipiente industrialismo se afianzara.

La seguridad de Lenin y Trotsky estaba puesta en la revolución europea. ¡Carajo!, la habian hecho en el culo del mundo, en medio del mayor desbarajuste y a contramano de la historia, forzando el paso de la revolución francesa y la proletaria en el menor tiempo posible, en fin, chicos, pónganse las pilas.

Solamente el marxismo triunfante en Europa podría haber financiado y protegido el pequeño embrión de capitalismo sobre el que se encaramaba la revolución rusa.

Pero la gran guerra se suspendió hasta más ver (el ´39) y Rusia se transformó en el pecado mortal del pasaje hacia el imperialismo.

Asfixiados entre la opción de hacer alguna revolución o no hacer ninguna, la revolución rusa terminó por pactar con el imperialismo comprometiéndose a traicionar cualquier intento de revolución anticapitalista, a cambio de los capitales que le permitieran realizar al menos la revolución capitalista en su territorio.

Lo volvió a disputar en la segunda guerra, la que había quedado pendiente por su causa. Pero a pesar de un relativo triunfo volvió a quedar a expensas de las condiciones del imperialismo. Lo que ha sido llamado los pactos de Yalta y Postdam. Y la guerra fria.

Hartos de permitirles actuar como intermediarios entre el capitalismo y ellos, las masas alemanas los derribaron. El proceso de reabsorción del capitalismo ha transcurrido sin mayores sobresaltos.

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