lunes, 16 de abril de 2012

El papi




De ese modo, lo que había comenzado como un juego de aficionados a la política culminó como una explosión de odio contra todo lo español, una cólera violenta de hijos demasiado tiempo sumisos, un sacrificio ritual del padre histórico español   

                                                       Carlos Rangel.



                                                El papi



Los oscuros meandros de Tótem y Tabú nos permiten suponer que hay algo más de lo que pasa entre mi papá y yo que lo que yo recuerdo.

Desde que compartimos socialmente el símbolo que significa papá, la imagen experiencial se funde con la imagen social. El primer amanecer del homo sapiens sucedió después de que aceptó que debía obedecer su ley.

En la medida en que le dio la imaginación para dotarse de una religión, y suponer la existencia de un Dios que lo miraba y lo juzgaba, los identificó en una figura que los unía, el Faraón, el Inca, el dios hecho hombre para hacer de papá de todos. Ese fue el principio de la historia escrita. Y del surgimiento del Estado como símbolo del padre social encarnando la Ley. (Hay un escamoteo lógico ahí. La identificación con la Ley dictada por la religión, por Dios, en fin, eso, la que aceptábamos y conocíamos todos (bueno, ehh, algunos?) con la ley que dictará este hombre que tengo en frente que dice ser Dios y quiere mandarme como si fuera mi papá).

En la medida en que se encarnó se complejizó, se jerarquizó, y se estratificó. [1]

Así, el amo era el papá de sus esclavos, y si a alguno se le ocurría discutirle al papi (recordemos que el acta fundacional del homo sapiens es desobedecer y matar al padre), venía el ejército del papi más grande, (el faraón, el ejército romano) y ponía orden sin olvidar los sacerdotes que recordaban a los sobrevivientes que la ley de Dios debía ser obedecida so pena del castigo divino.

Pero entre el amo y el esclavo estaba (dije que se estratificaba) el capataz. Mi papi era el papi en casa, porque en el trabajo regía la ley del capataz, y ante cualquier problema llamaba... (y así).

Esa jerarquización, (ya lo dijo Galeano) terminaba en el fondo ´e las casa cuando el chico pateaba al perro.

Mucho de esta construcción de un símbolo social ha persistido hasta nuestros días.



El naufragio de las estructuras que la sostienen ha sido llamado, creo, posmodernismo.

Es que al mismo tiempo tambalean las instituciones del estado, tales como la justicia, el ejército, la policía, la educación, o sea las tradicionales tácticas de control social. Y la capacidad de control de la religión. Y su sustituto, los medios, no resultan ni la mitad de convincentes.

Adjudiquemos o no a Marx el mérito de haber previsto una revolución "post-capitalista", (y probablemente sea mérito de la salomónica tarea de los historiadores futuros la real cronología en que se están sucediendo los hechos), lo cierto es que el núcleo del entorno laboral ha cambiado. Desapareció la fábrica de más de diez mil obreros. Está condenada a desaparecer la ciudad, ese invento industrial para albergar pobres en condiciones lo más parecidas posibles a las chozas de los esclavos. El Estado ya no necesita gastar tanto dinero en mantener los ejércitos que custodiaban a esos obreros.

Ha desaparecido la figura del capataz. Aquél mediador entre lo que el patrón quería y yo. Están el remisero y el cliente. La ley ya no es impuesta, es transada.

Y en el seno de la familia misma, se ha desquiciado toda relación que pueda sostener el mandato social tradicional. Es la torre de babel, cada cual hace su familia como le parece.

La crisis del Estado lo obliga a aceptar esa relación de fuerzas, pues desbordada la figura del padre ya nada queda en su sitio, y esto a su vez provoca más crisis en su seno, y a la larga lo condena a muerte.

Es que a medida que el papá concreto, mi papá, recibe menos imposiciones por parte de la ley, (del patrón, del capataz, del estado) menos ley representa. Su imagen se difumina, y con ella la del Estado, la Religión, y otros fantasmas.



[1] Y evolucionó. Desde entonces hasta ahora el complejo se ha ido haciendo más complejo y diversas instituciones se han ido desmembrando al ritmo del sacudir de los tiempos, como la vieja discusión entre la separación entre la iglesia y el estado y otras curiosidades tales como "papá Perón, mamá Evita" que llegaron a manchar los libros de texto en Argentina. Dejó de llamarse Dios, siguió siendo papá. Papá Stalin. San Martín, el padre de la Patria.

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